Sunday, November 15, 2015

El históricamente primer Debate Presidencial Argentino


Acabo de presenciar el primer Debate Presidencial Argentino, con admitida predisposición por uno de los candidatos. Una predisposición esperanzada adquirida por la narración de virtualmente todas mis relaciones.

Desde antes de comenzar el debate propiamente dicho, comencé a sentir una Argentina como la que sentí hace ya más de 30 años--cuando intenté explicar “porque no creo en la Argentina”.  La presentación, análisis y pronósticos periodísticos ya anticipaba la calidad y sustancia de un Debate copia trucha en estructura, estilo y contenido de otras sociedades con tradición de debates políticos.   




De hecho, fue notable la similitud de la letanía de promesas de ambos candidatos, cuasi verbatim con las promesas de políticos de otras latitudes: la misma vacuidad y la misma técnica evasiva.

Y una notable ausencia de originalidad.  ¿Cambiemos?  Hace falta mucho mas que copiar un slogan triunfador para garantiza el triunfo de la copia y la realización de una promesa.

 
En realidad, lo único nuevo y admirable, de momento, es el hecho simple de haber tenido un debate civilizado en un país donde se impone el más fuerte aunque no tenga el derecho de hacerlo; y donde el electorado ignora que la corrupción política nace y se alimenta en la corrupción social; así como la virtud política nace y se alimenta en la virtud social.

Aparte de sus diferencias física, ninguno de los candidatos ofreció al espectador neutral elemento alguno que lo diferenciara en su potencial para jefe de una nación.  Por supuesto que los seguidores de ambos disentirán enérgicamente con este comentario, pero a mí, no me engañan.

Entiendo… es lo que hay…

Para alivio y confort de mis amigos y relaciones, las encuestas inmediatas post-debate señalan a Macri como ganador del debate, y lo pronostican como el futuro próximo Presidente de Argentina.  Yo me alegro muchísimo por ellos.

Pero no olviden que en nuestra historia reciente han habido otros hombres de capa blanca y buenas intenciones en la Casa Rosada, sin que ninguno de ellos, por las causas que fueren, haya podido concretar sus bellas promesas.

En la construcción de la esperanza en el ya anunciado “ganador” de las próximas elecciones, parece no haberse considerado la volatilidad emocional del electorado. 

2 comments:

Cecilio Morales said...

No concuerdo en tu evaluación de Macri, que fue a mi colegio y tiene amigotes que me son totalmente repugnantes. Macri es un farsante.

No obstante, me alegra que tengas esperanzas. Es bueno y saludable tenerlas. Pero no las pongas en este tipo; ponelas, muy levemente, quizás en el país.

Albert said...

No conozco los antecedentes de Macri ni los de Scioli, pero si conozco bien la sociedad Argentina de donde estos brotan. En realidad, no hago evaluación alguna sobre los candidatos, más bien es una reflexión sobre el estado de cosas. Mi conclusión, está fundada por una parte—como lo admito en mi nota—en el flujo informativo de amigos y familiares residentes en argentina, invariablemente en apoyo de Macri (¡yo no podría decir en que se fundamentan ellos!); y por otra parte, en mis observaciones del comportamiento de la población.
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Si mi nota refleja esperanza en Macri—o, ni me atrevo a pensarlo, en Scioli—debo haberla escrito muy mal.
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Creí e intenté expresar, no una esperanza, sino mi profunda desilusión con ese patético y paupérrimo simulacro de debate entre dos igualmente patéticos contendientes, y mi desesperanza en la población argentina para elegir sus líderes. Aunque después de todo, con el caldo cultural que allí se vive, ¿Qué clase de líderes pueden gestarse?
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Gracias por tu comentario Cecilieaux.