El pianista y director de orquesta israelí Daniel Barenboim--argentino
nacionalizado israelí--explica porque adquirió la nacionalidad
palestina: “Sólo conseguiremos la paz si somos justos. Dicen: Hay que
«dar» tal cosa a los palestinos. Y no es así, ¡no es un regalo! ¡Los
palestinos tienen derecho! Los israelíes quieren vivir en paz, no
hacerles daño, ni asesinarlos ni expulsarlos, pero no quieren comprender
que en el lugar donde quieren vivir en paz, los palestinos vivían desde hace veinte siglos.”
Aquí, expone cándidamente su sobria opinión sobre la actual situación del conflicto entre judíos y palestinos.
Pianista y director de orquesta argentino nacionalizado israelí, debutó
en Buenos Aires a los siete años con un éxito tal que fue invitado por
el Mozarteum de Salzburgo a continuar sus estudios en esta ciudad, en
cuyo famoso festival triunfó tres años después.
En 1956 se presentó en Londres y Nueva York apoyado por Arthur Rubinstein, antes de integrarse como solista de la Filarmónica de Israel y actuar en Argentina, Australia, Rusia o Japón.
Considerado uno de los mejores directores de Wagner del mundo, durante el verano de 2001 desató una encendida polémica al ejecutar una pieza de Tristán e Isolda en el marco del Festival de Israel, desafiando el boicot oficial a las obras del compositor alemán. El hecho llegó al parlamento, cuya comisión de Cultura recomendó declarar al músico persona non grata "hasta que no se disculpe públicamente por haber ejecutado allí una obra del compositor favorito de Adolf Hitler".
Pero Barenboim, judío como el que más, pero tan horrorizado por Hitler como por la situación actual de Oriente Próximo, está convencido de que la música es un instrumento ideal para tender puentes. Apenas dos meses después del escándalo en su país de adopción, reunió en Chicago a 73 jóvenes músicos israelíes, palestinos, jordanos y libaneses en su proyecto Taller West-Eastern Divan (Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2002), cuyo objetivo era el de acercar a árabes, judíos y palestinos a través de la música. En los últimos tiempos ha residido en Berlín, donde dirige la orquesta Staatskapelle.
En 1956 se presentó en Londres y Nueva York apoyado por Arthur Rubinstein, antes de integrarse como solista de la Filarmónica de Israel y actuar en Argentina, Australia, Rusia o Japón.
Considerado uno de los mejores directores de Wagner del mundo, durante el verano de 2001 desató una encendida polémica al ejecutar una pieza de Tristán e Isolda en el marco del Festival de Israel, desafiando el boicot oficial a las obras del compositor alemán. El hecho llegó al parlamento, cuya comisión de Cultura recomendó declarar al músico persona non grata "hasta que no se disculpe públicamente por haber ejecutado allí una obra del compositor favorito de Adolf Hitler".
Pero Barenboim, judío como el que más, pero tan horrorizado por Hitler como por la situación actual de Oriente Próximo, está convencido de que la música es un instrumento ideal para tender puentes. Apenas dos meses después del escándalo en su país de adopción, reunió en Chicago a 73 jóvenes músicos israelíes, palestinos, jordanos y libaneses en su proyecto Taller West-Eastern Divan (Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2002), cuyo objetivo era el de acercar a árabes, judíos y palestinos a través de la música. En los últimos tiempos ha residido en Berlín, donde dirige la orquesta Staatskapelle.
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