Los Filtros de Nuestra Burbuja
Es prácticamente inevitable que nosotros seres humanos tendamos a asociarnos con nuestros similares, ya sea política, económica, racial, o religiosamente hablando. A esto se le llama “agrupamiento”, como el agrupamiento de una promoción estudiantil, por ejemplo, o de una profesión, una religión, o una posición económica.
Las redes sociales explotan esta tendencia usando algoritmos que “premian” con posts, artículos u opiniones que conforman con nuestras inclinaciones.
Los investigadores de un reciente estudio descubrieron que las personas y sus redes de amigos ven noticias e historias sesgadas hacia sus preferencias ideológicas. De ahí que, si nosotros y nuestros amigos recibimos noticias solamente de fuentes que reflejan nuestras creencias, corremos el riesgo de vivir completamente sumergidos en una burbuja filtrada, un eufemismo que disimula el término sociológicamente correcto, pero obviamente más irritante de homofilia, que significa, literalmente, ‘amor a los iguales’.
Es prácticamente inevitable que nosotros seres humanos tendamos a asociarnos con nuestros similares, ya sea política, económica, racial, o religiosamente hablando. A esto se le llama “agrupamiento”, como el agrupamiento de una promoción estudiantil, por ejemplo, o de una profesión, una religión, o una posición económica.
Las redes sociales explotan esta tendencia usando algoritmos que “premian” con posts, artículos u opiniones que conforman con nuestras inclinaciones.
Los investigadores de un reciente estudio descubrieron que las personas y sus redes de amigos ven noticias e historias sesgadas hacia sus preferencias ideológicas. De ahí que, si nosotros y nuestros amigos recibimos noticias solamente de fuentes que reflejan nuestras creencias, corremos el riesgo de vivir completamente sumergidos en una burbuja filtrada, un eufemismo que disimula el término sociológicamente correcto, pero obviamente más irritante de homofilia, que significa, literalmente, ‘amor a los iguales’.
El ciber-activista Eli Pariser acuñó el término “filtro de burbuja” para definir “la selección personalizada de la información que recibe cada individuo, a quien introduce y mantiene en una burbuja adaptada para que él se encuentre confortable, pero aislado de las demás”. Tan confortable, que el clic y reenvíe nos ha robado la habilidad de escribir.
Según Pariser, los filtros de burbuja mantienen a las personas aisladas de ideas en conflicto con las suyas y presentan aquellas consistentes intelectualmente con su propio sesgo informativo. Así se evita que reciban cualquier información que no concuerde con sus puntos de vista, atrapados en sus burbujas culturales e ideológicas.
No muchos decidimos informarnos sobre un tema que nos interese. Sin pensarlo demasiado, generalmente abrimos y digerimos los mensajes que nos llegan, o transitamos por nuestro sitio favorito y hacemos clic en lo que nos parece interesante. O miramos los posts de Facebook, Twitter o TikTok para ver qué está compartiendo la gente que piensa como “como nosotros” pero sin intención de educarnos sobre un tema determinado, o confirmar si la información es falsa o verdadera. No, probablemente estemos matando tiempo, buscando distraernos, o tratando de mostrarnos como descubridores de alguna verdad irrebatible.
Hojeamos, copiamos, pegamos y compartimos sin estar informados, completamente desinteresados en cómo lo que vemos y reenviamos en nuestra red, nos afecta a nosotros y a los demás.
Esa es una ignorancia voluntaria de consecuencias.
Muchos sitios web conducen a contenidos basados en nuestro historial de navegación, reenvíos, edad, y otros datos, convirtiéndonos en repositorios de una avalancha de artículos y publicaciones que respaldan nuestras ideologías, perspectivas y opiniones. Y si un sitio no ofrece un contenido que nos gratifique, tendemos a aplaudir a aquellas personas cuyas opiniones se alinean con las nuestras.
Nuestra burbuja se convierte en una cámara de eco. Asumimos que todos piensan o deben pensar como nosotros, despreciando cualquier otra perspectiva.
Los filtros de nuestra burbuja refuerzan nuestros sesgos cognitivos nublando la capacidad de pensar de manera lógica y crítica.
Encerrados dentro de su burbuja ideológica, los miembros de un grupo pueden abandonar su capacidad individual en favor del pensamiento grupal y adoptar una conducta de rebaño que ignora las convenciones sociales y ve a los que están fuera de grupo como enemigos.
Toda nueva tecnología nos llega con beneficios, y también costos. La pólvora comenzó a ser utilizada como entretenimiento, pero se convirtió en un elemento mortal; la cocaína apareció para aliviar el dolor, pero se convirtió en uno de los mayores males sociales de muestro tiempo. La Internet no parece ser una excepción. No es culpa de la tecnología, sino de quienes la usan.
Una democracia sana requiere que los ciudadanos vean las cosas desde el punto de vista de los demás, que tengan confianza en hechos compartidos, en vez de universos paralelos, separados y antagónicos. La democracia necesita que todos estén igualmente informados sin filtros que distorsionen nuestra percepción del mundo.
En un seminario tecnológico sobre los hábitos de los usuarios de medios sociales, Mark Zuckerberg dijo a sus colegas: “una ardilla muriendo en el patio de tu casa puede ser más relevante para tus intereses en ese momento que las personas que mueren en África”.
En esta cita, memorable por su insensibilidad, Zuckerberg sugería que las plataformas de redes sociales están optimizadas para favorecer las noticias y eventos locales, más relevantes, y más cercanas al hogar y al bolsillo de las personas, en lugar de lo que suceden a la distancia, ya sea geográfica o ideológica.
1 comment:
Very Good issue. Lite but clear
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