De cómo el Nationalsozialismus se apareó con el Reichsgesundheitsamt para nodrizar la Homöopathie.
¿Cuánta investigación es necesaria para probar que una terapia NO trabaja? Te sorprenderá saber que en el caldo social donde nació y “prendió” la homeopatía, ya hicieron lo suficiente para pprobarlo, es decir, lo suficiente para la gente racional.
Durante el Tercer Reich, el liderazgo nazi--en su mayoría simpatizantes de la homeopatía[i]--decidió resolver la cuestión iniciando un programa de experimentación cuidadosamente planeado y rigurosamente ejecutado. Sobre ese, como sobre algunos otros experimentos médicos, se escribió un informe[ii] que incluso sobrevivió a la guerra. Pero desapareció aparentemente en manos de los homeópatas alemanes porque, según el detallado informe de testigos oculares, los resultados fueron total y devastadoramente negativos. No había entre los homeópatas alemanes ningún Von Brown que valiera la pena ser rescatado por los aliados.
Hitler y sus colegas nazis desempeñaron un papel importante en la promoción de la llamada "medicina alternativa" en Alemania. Goebbels legalizó la homeopatía para mantener satisfecha a la población civil, ya que tan pronto como se pudiera organizar la guerra, los verdaderos médicos serían enviados a atender las tropas. Los nazis realizaron experimentos hasta darse cuenta de que las curaciones no ocurrían.
La ley de Goebbels, además de legitimar a los practicantes homeópatas, tenía la intención de prohibir la capacitación homeopática para que el número de practicantes disminuya después de que terminara la guerra.
El gobierno nazi "unificó" a todas las organizaciones huérfanas de salud bajo su liderazgo para generar el "Neue Deutsche Heilkundem” la Nueva Medicina Alemana.[iii] Después de largos desacuerdos, la ''Heilpraktikergesetz" (la ley de Goebbels que regula a los profesionales de la salud) legitimó esa actividad en 1935. Sin embargo, una cláusula de la ley revela lo que Goebbels realmente pensaba de la profesión que había creado. Mientras que esta sospechosa ley le ofrecía reconocimiento a los "Heilpraktiker"—los curanderos prácticos--al mismo tiempo prohibía su generación de novo. La ley estaba programada para que la profesión de "Heilpraktiker" se extinguiera una vez terminada la guerra. Goebbels mismo calificó la ley ''Heilpraktikergesetz" como "la cuna y la tumba de una profesión."[iv]
En las ruinas de un invernadero contiguo al campo de concentración en Dachau, se observan apenas visible entre la hierba, las camas de cultivo experimentales donde crecían los gladiolos, pimienta, chili, grosella negra, salvia, tomillo y cientos de otras plantas[v] con los que se experimentaría la eficacia de la naturopatía y la homeopatía.
Al probar sistemáticamente miles de plantas, los nazis esperaban encontrar remedios para dolencias menores que serían más baratas que las drogas. La homeopatía, con sus cantidades minúsculas de ingredientes supuestamente activos, sonaba como una manera especialmente prometedora de reducir costos. Y, por supuesto, más barato aun con el trabajo esclavo de los prisioneros. De dar buen resultado, esas baratas curaciones herbarias harían innecesarias las prescripciones médicas.
Esa red variopinta de curanderos Alemanes que mantenía el jardín herbario ya venía prescribiendo extractos de plantas, pociones homeopáticas y curas de agua, aprovechando la creencia generalizada en alternativas a la medicina convencional durante la década de 1930. En ese momento, alrededor de medio millón de alemanes estaban formalmente inscriptos en clubes de salud dedicados a difundir estas cuestionables prácticas de curación.
Nada para sorprenderse, el creador de la Homeopatía, Samuel Hahnemann (1755-1843)
fue un médico Alemán que reaccionó contra las terribles prácticas médicas de su tiempo, basadas en la suposición que las enfermedades eran causadas por humores que debían ser expelidos del cuerpo por cualquier método posible: Expulsado no sólo por los órganos naturales de excreción, que eran exigidos hasta sus límites , sino además por otros métodos artificiales y antinaturales de excreción.
Hahnemann murió antes que Pasteur lo sacara de su error con la teoría microbiana de las enfermedades en 1878.
Estas creencias populares, promovidas inteligentemente, podrían ser útiles a los nazis. Para que los alemanes fueran aún más receptivos a estas curas de bajo costo, los nazis se dedicaron a demonizar la medicina científica, que según ellos, era un complot manufacturado por "médicos judíos".
Los judíos estaban sobrerrepresentados en la medicina, ya que una quinta parte de los médicos en Alemania eran de origen judío, y en Viena eran más del 50%. Esto estaba relacionado con siglos de persecución, porque históricamente, la medicina había sido la única profesión abierta a los judíos porque los colocaba en la primera línea de lucha contra las plagas de la Edad Media. Alguien tenía que hacer el trabajo riesgoso, y los judíos eran prescindibles[vi].
Las progresivas restricciones nazis a los médicos judíos comenzaron con el ascenso del nazismo al poder en 1933. Los profesionales médicos judíos fueron expulsados de las universidades, se les prohibió practicar y finalmente fueron expulsados del país o asesinados. Una nueva ley alemana limitó el número de estudiantes judíos en las escuelas y universidades alemanas; otra ley redujo la "actividad judía" en las profesiones médicas y legales. Leyes y decretos subsiguientes limitaron el reembolso que podían obtener los médicos judíos del seguro de salud estatal.
Con sus programas de “Darwinismo Social” e “Higiene Social” Hitler expulsó de sus cargos tanto a médicos mujeres como a médicos judíos, reemplazándoles con estudiantes de medicina, naturópatas y homeópatas[vii].
Como es de esperar, con la pérdida de gran parte de médicos con experiencia, la calidad de los servicios de salud sufrió un serio deterioro. Por ejemplo, las muertes por difteria subieron de 77,340 in 1933, a 146,733 en 1937. La misma tendencia fue registrada in fiebre escarlata, meningitis, parálisis infantil, y tifoidea (Weindling, 1989). La mortalidad hospitalaria subió el 16%[viii] .
En 1937, los nazis disolvieron las organizaciones profesionales médicas y las pusieron bajo el control del gobierno. Los diferentes grupos de curanderos tuvieron la misma suerte, pero para ellos el control estatal era un paso hacia arriba, ya que venía acompañado por el reconocimiento como parte de la profesión médica, poniendo a los verdaderos médicos en la misma situación que los herbolarios, homeópatas y apóstoles de las curas de agua del Padre Kneipp[ix]. Después que Alemania anexó Austria en 1938, se repitió allí el mismo proceso. La Facultad de Medicina en Viena fue "purificada" de tres cuartas partes de sus instructores, casi todos por tener ascendencia judía, con muy poca oposición de los que quedaban.
El jardín herbario de Dachau fue mantenido hasta que estalló la guerra, sin que el grandioso experimento produjera la esperada alternativa a la farmacia científica. El régimen Nazi no encontró ninguna base científica para los tratamientos a base de hierbas, un resultado confirmado en las pruebas clínicas que nunca se publicaron[x] .
A pesar de este contratiempo, los nazis se mantuvieron firmes en apoyar y mantener la fe de la población alemana en los curanderos alternativos, imprescindibles para mantener satisfechos a los civiles cuando se encontraran con que la mayoría de los verdaderos médicos eran asignados a cuidar las tropas.
La victoria se escurrió de las manos alemanas para caer en las manos de los aliados, y mientras en Alemania del Este la homeopatía y naturopatía comenzaron a desvanecerse exactamente como Goebbels lo estableciera con su ley; en la Alemania Occidental el nuevo sistema político cambió inadvertidamente la misma suerte de los “heilpraktikers” cuando la Suprema Corte determinó que en una Democracia no se puede prohibir el entrenamiento de una actividad legítima.
Para quienes buscan confort en la espiritualidad, los “heilpraktikers” les ofrecían tratamientos “en armonía con la Naturaleza y el Cosmos”. Entre 1970 y 1989, los “heilpraktikers” se triplicaron en Alemania Occidental, expandiéndose a Alemania Oriental después de la caída del Muro de Berlín[xi].
A diferencia de los médicos, el practicante homeopático aplica su terapia haciendo proselitismo constantemente. Incluso los cursos de "salud" ofrecidos por los centros de educación en Alemania son impartidos en su mayoría por curanderos alternativos, quienes utilizan la oportunidad para publicitarse a los pacientes. Sin embargo, los participantes (en Alemania) todavía pagan y la población contribuyente subvenciona la asistencia a estos cursos.
Estos cursos de "educación" le brindan al curandero homeópata una plataforma desde la cual pueden expresar su opinión sobre las virtudes de la medicina alternativa y los vicios de la medicina científica basada en evidencias. Los homeópatas se consideran mucho más informados y sienten que es su misión difundir la verdad. Los homeópatas luchan contra las fuerzas del mal encarnado en la medicina científica, a la que algunos homeópatas acusan de ser "la principal causa de muerte.[xii]" Sumado a este sentido de probidad, ellos sienten el sabor embriagador de ser líderes en la frontera científica, porque al fin de cuentas solo ellos entienden la dimensión espiritual de la medicina. El homeópata no percibe la ironía de oponerse a la (medicina-) ciencia al tiempo que afirma estar a la vanguardia de la ciencia.
Los homeópatas tienen además la ventaja de poder promover sus productos durante consultas. Muchos son excelentes vendedores, diestros en explotar la vanidad, las esperanzas y los miedos, y en convertir sus clientes en promotores esgrimiendo un arsenal entero de triquiñuelas clínicas[xiii].
La mera naturaleza de muchas enfermedades ayudan al argumento de la homeopatía. Cuando una mejora ocurre, los pacientes fracasan en atribuir su alivio al efecto del placebo o a los vaivenes naturales de muchas enfermedades crónicas, o a cualquier otra de una variada colección de otras causas[xiv].
Desafortunadamente, la influencia de Hitler no murió con él. Su cínica promoción de las medicinas alternativas (y su ideología) ha dejado legados perdurables que todavía cobra vidas en el mundo.
[i] Himmler, it turns out, was an old hippy “obsessed with natural healing and rejected many aspects of modern medicine. Among various alternative medical practices, he studied herbalism, homeopathy, mesmerism and naturopathy. He also followed the advice of ariosophic thinkers . . . [who] believed that practising yoga could release cosmic energies tied to astral bodies . . . ” —"Hitler's Monsters. A Supernatural History of the Third Reich;” Eric Kurlander.
[ii] 12. Donner F. Bemerkungen zu der Überprüfung der Homöopathie durch das Reichsgesundheitsamt 1936–39. Teil IV. Experimente und Ergebnisse. Perfusion. 1995;8:124–9
[iii] Invnrrrtional Jolunnl for Quality in H& Care. Vd. 8. No. 2. pp. 187-190.19% Copyright Q 19% ELvvier Science Ltd.
[iv] Germann P. 60 Jahre Heilpraktikergesetz: Kleine geschichtliche Skizze. Naturheilpraxis, Sept 1999.
[v] Himmler's Paradies. Frankfurter Allgemeinen Sonntagszeitung 36:10, Sept 8, 2013. Excerpts posted at http://tapferimnirgendwo.com/2013/09/08/und-du/
[vi] Ernst E. A leading medical school seriously damaged: Vienna 1938. Annals of Internal Medicine 122:789-792, 1995.
[vii] Weindling P. Cambridge University Press; Cambridge: 1989. Health, race and German politics between national unification and Nazism, 1870–1945.
[viii] (Gapminder Maternal mortality ratio. 2013. http://www.gapminder.org/data/documentation/gd010/)
[ix] Even today, there are about 600 clubs, with more than 160,000 members, preaching the health doctrines of just a single one of these—the treatments prescribed by the 19th-century Bavarian priest, Sebastian Kneipp [4]. Father Kneipp began his medical mission after he became convinced that he had cured his own tuberculosis by icy dips in the Danube in winter.
[x] Ernst E. Naturheilkunde im Dritten Reich. Deutsches Ärzteblatt 92:104-107, 1995.
[xi] Federspiel und Herbst 1996, Scharl 1996. Statistisches Jahrbuch 1996 und 1998. Figures quoted by Roland Ziegler. Was kann und darf ein Heilpraktiker? May 31, 2000.
[xii] Null Gary and others. Death by medicine. Life Extension Magazine, March 2004.
[xiii] Beyerstein L. Why bogus therapies often seem to work. Quackwatch, July 24, 2003
[xiv] Barrett S, Jarvis WT. How quackery sells. Quackwatch, Jan 20, 2005.
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