Un caso de
libro de texto en genocidio
--por Raz Segal, Historiador Israeli residente en Estados Unidos, profesor
asociado de estudios del Holocausto y genocidio en la Universidad de Stockton. El Dr. Raz Segal tiene un Ph.D en Historia de
la Universidad de Clark (el Centro Strassler de Estudios sobre Holocausto y el
Genocidio). Es Profesor Asociado de Estudios del Holocausto y Genocidio y
Profesor de Estudios del Genocidio Moderno en la Universidad de Stockton, donde
también se desempeña como Director del programa de Maestría en Estudios del
Holocausto y Genocidio. El Dr. Segal aborda en su trabajo los desafíos de
explorar el Holocausto como parte integral de los procesos modernos de colapso
imperial. Sus publicaciones incluyen Genocide in the Carpathians: War, Social
Breakdown, y Mass Violence, 1914-1945. Es
además, editor invitado del número especial sobre Genocidio: Genocide: Mass
Violence and Cultural Erasure. de Zmanim: un trimestral histórico. y profesor
subvencionado para el estudio del genocidio moderno.
Israel ha
sido explícito sobre lo que está llevando a cabo en Gaza. ¿Por qué el mundo no escucha?
EL VIERNES, Israel ordenó la evacuación de la población
sitiada en el norte de Gaza hacia el sur, advirtiendo que pronto intensificaría
allí su ataque. La orden ha dejado a más de un millón de personas, la mitad de ellos
niños, bajo continuos ataques aéreos, intentando desesperadamente huir de un
enclave amurallado sin destino seguro. Como escribió hoy la periodista
palestina Ruwaida Kamal Amer desde Gaza, “los refugiados viniendo del norte ya
están llegando a Khan Younis, donde los misiles nunca paran y nos estamos
quedando sin alimentos, sin agua y sin energía electrica”. La ONU ha advertido
que la huida de personas desde el norte de Gaza hacia el sur creará
“consecuencias humanitarias devastadoras” y “transformará lo que ya es una
tragedia en una situación calamitosa”. Durante la última semana, la violencia
de Israel contra Gaza ha matado a más de 1.800 palestinos, herido a miles y
desplazado a más de 400.000 dentro de Gaza. Y, sin embargo, el primer ministro
israelí, Benjamín Netanyahu, prometió hoy que lo que hemos visto es “sólo el
comienzo”.
La campaña de Israel
para desplazar a los habitantes de Gaza (y potencialmente expulsarlos por
completo a Egipto) es otro capítulo más de la Nakba, en la que se estima que
750.000 palestinos fueron expulsados de sus hogares durante la guerra de 1948
que condujo a la creación del Estado de Israel. Pero el ataque a Gaza también
puede entenderse en otros términos: como un caso clásico de genocidio que se
desarrolla ante nuestros ojos. Digo esto como un estudioso del genocidio que ha
pasado muchos años estudiando la violencia masiva israelí contra los
palestinos. He escrito sobre el "colonialismo de asentamiento[i]"
y la supremacía judía en Israel, la distorsión del Holocausto para impulsar la
industria armamentista israelí, la utilización de acusaciones de antisemitismo
como arma para justificar la violencia israelí contra los palestinos y el
régimen racista del apartheid israelí. Ahora, tras el ataque de Hamás el sábado
y el asesinato en masa de más de 1.000 civiles israelíes, está sucediendo lo
peor de lo peor.
Según el derecho internacional, el crimen de genocidio se
define como “la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo
nacional, étnico, racial o religioso, como tal”, como se señala en la
Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y Castigo del Crimen de
Genocidio declarada en diciembre de 1948. En su ataque asesino contra Gaza,
Israel ha proclamado en voz alta esta intención. El Ministro de Defensa
israelí, Yoav Gallant, lo declaró en términos muy claros el 9 de octubre:
“Estamos imponiendo un asedio completo a Gaza. Sin electricidad, sin comida,
sin agua, sin combustible. Todo está cerrado. Estamos luchando contra animales
humanos y actuaremos en consecuencia”. Los
líderes occidentales reforzaron esta retórica racista al describir el asesinato
en masa de civiles israelíes por parte de Hamás (un crimen de guerra según el
derecho internacional que justificadamente provocó horror y conmoción en Israel
y en todo el mundo) como “un acto de pura maldad”, en palabras de Joe Biden, el
presidente de Estados Unidos, o como un acto que refleja una “maldad antigua”,
en la terminología de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der
Leyen. Este lenguaje deshumanizador está claramente calculado para justificar
la destrucción a gran escala de vidas palestinas; la afirmación del “mal”, en
su absolutismo, elude las distinciones entre los militantes de Hamás y los
civiles de Gaza, y esquiva el contexto más amplio de la colonización y la
ocupación.
La Convención sobre
Genocidio de la ONU enumera cinco actos que entran dentro de su definición de
genocidio. Israel está perpetrando actualmente tres de estos en Gaza: “1. Matar
a miembros del grupo. 2. Provocar daños corporales o psíquicos graves a los
miembros del grupo. 3. Infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida
destinadas a provocar su destrucción física total o parcial”. La Fuerza Aérea
de Israel, según sus propias declaraciones, ha lanzado hasta ahora más de 6.000
bombas sobre Gaza, una de las zonas más densamente pobladas del mundo: casi
tantas bombas como las que Estados Unidos arrojó sobre todo Afganistán durante
el período sin precedentes de guerra contra el Talibán. Human Rights Watch ha confirmado que entre
las armas utilizadas se encontraban bombas de fósforo prendiendo fuego a
cuerpos y edificios que no se extinguen al contacto con el agua. Esto demuestra
claramente lo que Gallant quiere decir con “actuar en consecuencia”: no atacar
a solamente militantes individuales de Hamás, como afirma Israel, sino desatar
una violencia mortal contra los palestinos en Gaza “como tales”, en el lenguaje
de la Convención sobre Genocidio de la ONU. Israel también ha intensificado su
asedio de 16 años a Gaza (el más largo de la historia moderna, en clara
violación del derecho humanitario internacional) hasta alcanzar un “asedio
total”, en palabras de Gallant. Esta frase indica explícitamente un plan para
llevar el asedio a su destino final: la destrucción sistemática de los
palestinos y de la sociedad palestina en Gaza, matándolos de hambre,
cortándoles el suministro de agua y bombardeando sus hospitales.
No son sólo los líderes
de Israel quienes utilizan ese lenguaje. Un entrevistado en el Canal 14
pro-Netanyahu llamó a Israel a “convertir Gaza en Dresden”. El Canal 12, la
estación de noticias más vista de Israel, publicó un informe sobre israelíes de
izquierda que convocaban a “bailar en lo que solía ser Gaza”. Mientras tanto,
los verbos genocidas (llamados a “borrar” y “aplastar” Gaza) se han vuelto
omnipresentes en las redes sociales israelíes. En Tel Aviv, se vio una pancarta
que decía “Cero habitantes de Gaza” colgando de un puente.
Por cierto, el ataque
genocida de Israel contra Gaza es bastante explícito, abierto y desvergonzado.
Los autores de genocidio no suelen expresar sus intenciones con tanta claridad,
aunque hay excepciones. A principios del siglo XX, por ejemplo, los ocupantes
coloniales alemanes perpetraron un genocidio en respuesta a un levantamiento de
las poblaciones indígenas Herero y Nama en el suroeste de África. En 1904, el
general Lothar von Trotha, el comandante militar alemán, emitió una “orden de
exterminio”, justificada por el argumento de una “guerra racial”. En 1908, las
autoridades alemanas habían asesinado a 10.000 Namas y habían logrado su
objetivo declarado de “destruir a los Hereros”, matando a 65.000 hereros, el
80% de la población. Las órdenes de Gallant del 9 de octubre no fueron menos
explícitas. El objetivo de Israel es destruir a los palestinos de Gaza. Y sin
que nosotros quienes observamos en todo el mundo no cumplamos con nuestra
responsabilidad de impedir que lo hagan.
[i]De mayor
aceptación académica, en problema de Israel-Palestina es interpretado como
una cuestión prioritariamente de “colonialismo de asentamiento”, inherente
tanto al colonialismo de asentamiento como al apartheid. Estos dos marcos se
entrelazan en el contexto palestino. A pesar del creciente reconocimiento y
adopción del régimen del apartheid en Palestina, el contexto más amplio del
colonialismo de asentamientos sionistas, que impulsa el desplazamiento y
desposesión en marcha de las tierras del pueblo palestino, no ha recibido la
misma atención que el anterior. Este artículo considera el significado de
dominación en el contexto de las prohibiciones legales sobre el colonialismo y
el apartheid. En particular, basándose en las contribuciones en el campo de los
estudios coloniales de asentamientos, el artículo sitúa la dominación en el
marco del colonialismo de asentamiento, considerando el papel de la
racialización en la formación del estado colonial de asentamientos. Después
examina el marco legal del apartheid, en particular su elemento central de
dominación. Al hacerlo, el artículo se ocupa de la situación en Palestina, para
desmitificar el significado de dominación como una cuestión de derecho
internacional.
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