Hace más de 10 años, en mi primera incursión en los
laberintos de internet, publiqué una nota que al encontrarla hoy, la descubrí
todavía pertinente.
Hace años, tuve necesidad de hacer
reparar el equipo de aire acondicionado en mi casa. A los pocos días de
completarse la reparación, el equipo dejo de funcionar, y al inspeccionarlo,
descubrí que una pieza defectuosa no había sido reemplazada. Ante mi reclamo,
el contratista, ofendido, exclamo: “¡Yo no miento señor, yo soy Cristiano!” De hecho, mi buen contratista estaba
completamente convencido que ser miembro de la Iglesia Metodista garantizaba su
veracidad, implicando además, que la mentira era defecto de cualquier otra
etiqueta religiosa que no fuera la suya.
Desde entonces me encontré a menudo con declaraciones similares: la etiqueta de economista asegura capacidad para dirigir un país, la de abogado para dirigir la economía. La etiqueta de médico garantiza el conocimiento de la naturaleza humana; la de ingeniero sobre la dinámica social; la de arquitecto en psicología política; la de activista político da la capacidad para adivinar con anticipación los resultados de una elección, etc., etc. Todas estas declaraciones tienen algunas cosas en común: la limitada experiencia individual como justificativo de sabiduría, la pretensión de su aplicación universal, y el ataque personal cuando son confrontadas. En la mayoría de los casos estas auto asignadas cualidades mueren solas sin pena ni gloria sin producir efecto alguno, y pueden ser toleradas y olvidadas.
Pero cuando asuntos tan importantes como el concepto de democracia, de libertad o de la calidad de nuestras vidas son manipuladas en acomodo con las preconcepciones del que opina, esta es suficiente razón para la cautela.
Hay quienes--con la misma convicción de mi contratista--suponen que colocarse a sí mismos una etiqueta ideologica, los convierte automáticamente en legítimos defensores de la libertad, de la misma manera que otros llamándose Cristianos los convierte en criaturas sabias, veraces y puras. Invariablemente, muchos de quienes a si mismos así se proclaman desconocen la verdadera y genuina sustancia de las cualidades que se atribuyen y tienen bastantes dificultades en definir las ideas que defienden, aunque, irónicamente, todos estén acertados en una pequeña parte del total, y sobre esa pequeñez se afianzan en sus mutuas confrontaciones. Pocos se detienen a considerar que deben educarse sobre las causas que defienden.
Desde entonces me encontré a menudo con declaraciones similares: la etiqueta de economista asegura capacidad para dirigir un país, la de abogado para dirigir la economía. La etiqueta de médico garantiza el conocimiento de la naturaleza humana; la de ingeniero sobre la dinámica social; la de arquitecto en psicología política; la de activista político da la capacidad para adivinar con anticipación los resultados de una elección, etc., etc. Todas estas declaraciones tienen algunas cosas en común: la limitada experiencia individual como justificativo de sabiduría, la pretensión de su aplicación universal, y el ataque personal cuando son confrontadas. En la mayoría de los casos estas auto asignadas cualidades mueren solas sin pena ni gloria sin producir efecto alguno, y pueden ser toleradas y olvidadas.
Pero cuando asuntos tan importantes como el concepto de democracia, de libertad o de la calidad de nuestras vidas son manipuladas en acomodo con las preconcepciones del que opina, esta es suficiente razón para la cautela.
Hay quienes--con la misma convicción de mi contratista--suponen que colocarse a sí mismos una etiqueta ideologica, los convierte automáticamente en legítimos defensores de la libertad, de la misma manera que otros llamándose Cristianos los convierte en criaturas sabias, veraces y puras. Invariablemente, muchos de quienes a si mismos así se proclaman desconocen la verdadera y genuina sustancia de las cualidades que se atribuyen y tienen bastantes dificultades en definir las ideas que defienden, aunque, irónicamente, todos estén acertados en una pequeña parte del total, y sobre esa pequeñez se afianzan en sus mutuas confrontaciones. Pocos se detienen a considerar que deben educarse sobre las causas que defienden.
¿Que tiene la palabra para emocionarnos de tal forma? Hasta Kart Marx uso el termino — “El hombre nace libre, pero esta en todas partes encadenado” —para agitar las pasiones de millones. Libertad significa diferentes cosas para diferentes personas y diferentes culturas, por ello hay que tomar con no poca cautela a quienes se autoproclaman sus defensores. Para los Albanos en Kosovo significa el fin del control Servio, para los marxistas el fin de la explotación económica del trabajador, para la población negra norteamericana significa igualdad de oportunidades, para USA la expulsión de Sadam Hussein, para AlQuada la erradicación de la influencia cultural occidental, para los adolescentes el fin de la tiranía paternal…
¿Qué y cuanto derecho o autoridad tiene el individuo que se declara defensor de la libertad cuando no define que libertad defiende?
¿Es libertad pagar un impuesto por el solo hecho de poseer un automóvil? En
Virginia, USA, se paga. ¿Es libertad no poder hacer una instalación de gas sin
estar licenciado? En USA se exige. ¿Es libertad no poder ingresar a una
Universidad porque esta debe cumplir con una cuota racial? En USA sucede. ¿Es
libertad no poder duplicar y distribuir copias de software que uno compra? No
lo es en USA. Sin embargo, nadie puede poner en duda la calidad y la extensión
de las libertades en los Estados Unidos.
¿A que tipo de Libertad se refieren sus apasionados defensores?
¿Y al sacrificio de cual otra?
Básicamente hay dos visiones de libertad: libertad positiva, el derecho de acceso al poder político, esa “libertad para” capturar el momento y realizar un gran acto histórico; y libertad negativa, la “libertad de” interferencias en nuestras acciones mientras no coartemos la libertad de otros. Esta diferenciación puede parecer trivial, pero estas dos visiones pueden entrar en conflicto en algunos ideales socio-políticos, y como pocos se aventurarán a estar en contra de la libertad, la definición de sus defensores tiene serias implicaciones en nuestras vidas.
Esta nota es una invitación a reflexionar sobre el tipo de libertad que debemos elegir para regir nuestras vidas, “libertad para” o “libertad de.”
Alberto Halac,
Desde Virginia, USA
¿A que tipo de Libertad se refieren sus apasionados defensores?
¿Y al sacrificio de cual otra?
Básicamente hay dos visiones de libertad: libertad positiva, el derecho de acceso al poder político, esa “libertad para” capturar el momento y realizar un gran acto histórico; y libertad negativa, la “libertad de” interferencias en nuestras acciones mientras no coartemos la libertad de otros. Esta diferenciación puede parecer trivial, pero estas dos visiones pueden entrar en conflicto en algunos ideales socio-políticos, y como pocos se aventurarán a estar en contra de la libertad, la definición de sus defensores tiene serias implicaciones en nuestras vidas.
Esta nota es una invitación a reflexionar sobre el tipo de libertad que debemos elegir para regir nuestras vidas, “libertad para” o “libertad de.”
Alberto Halac,
Desde Virginia, USA
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