La Duda de Santo Tomas. Caravaggio, 1602.
"¿Quieren
saber cómo es el infierno?" preguntó la maestra, mientras con ojos
agrandados por temor contenido la veíamos alzar una mano en el aire. Ella juntó
sus manos raspando el fósforo que estalló en una llama rugiente y
amenazadora. "Pongan un dedo sobre
la llama"-- dijo--"e imaginen que así estarán durante toda una
eternidad. Asi es el infierno."
No hubo
comentarios entre mis compañeros de tercer grado en la Escuela Nacional No. 95,
pero esa escena, que nunca abandonó mi memoria, reaparecería periódicamente en
mi conciencia a través de los años cada vez que alguna insensatez llamaba mi
atención.
"La Verdad arrancando
la lengua de la Falsedad". Escultura de Alfred Stevens, 1866. Victoria and Albert Museum, London.
Meses antes del
fracasado pronóstico maya, Isabel Taylor de 16 años, se suicida en Wiltshire[1],
Inglaterra, creyendo que el mundo terminaría en 2012. Isabel, angustiada por las
"complicaciones e injusticias" del mundo moderno, se había convertido
al Budismo, pero en su búsqueda de respuestas comenzó a investigar panoramas
apocalípticos convenciéndose--como anunciaban los reportes y posts en
internet--que las manchas en el sol causarían una fusión nuclear que terminaría
con la civilización. (DailyMail/Associated Newspapers Ltd)
En otro
incidente, otra jovencita, Chayya Lal de la India, se suicida traumatizada por
las advertencias de que con la activación del Gran Colisionador de Hadrones
(Large Hadron Collider, LHC) para recrear el "Big Bang", se destruiría
nuestro mundo. “Chayya me preguntó
varias veces si el mundo terminaría como se mostraba en el video,” declaro su
padre Bihari. (El video difundido por internet puede verse AQUÍ:http://www.cyriak.co.uk/lhc/lhc-webcams.html)
Los padres de
Joseph Hofbauer, un niño americano de 9 años con enfermedad de Hodgkin,
buscaron la curación de su hijo en las clínicas secretas de la frontera
mexicana que promocionaban la cura del cáncer con "terapias metabólicas"
basadas en "laetrile"[2].
Joseph muere dos años más tarde en 1980, de la misma manera que el actor Steve
McQueen--quien murió en una clínica de Ciudad Juárez, también bajo tratamiento
de "laetrile"--y otros muchos inocentemente desesperados.
Uno podría
apuntar el dedo acusador a los tarados internéticos, o las culturas donde las víctimas
han crecido, o los medios de difusión masiva, o las escuelas, la TV, la
sociedad o el mundo entero... todos mas allá de nuestro control; pero en
realidad la culpa esta en nosotros
mismos cuando elegimos no pensar. Eso si esta dentro de nuestro control.
Muchos sufren, y
no pocos mueren, simplemente por no poder discriminar lo verdadero de lo falso.
En todas partes del mundo la gente tiende a creer en mitos y supersticiones sin
sentido, porque no se aprende, ni se enseña, a pensar críticamente.
Pensar críticamente
es cuestionar la autoridad, ser escéptico--eso es, sanamente escéptico. Pensar críticamente es exigir evidencias,
aplicar buena lógica, analizar consecuencias, e identificar prejuicios. Y sobre
todo, dudar. La duda honesta y genuina es una de las herramientas más poderosas
de la mente, usémosla.
"Hay algo
pagano en mi que no puedo desprender. En otras palabras, no niego nada, pero
dudo de todo." --Lord Byron
[1] Wiltshire, al oeste de Inglaterra, cuenta con varios
sitios de gran interés histórico, y entre ellos, Stonehenge, también fuente de
mitos y leyendas.
[2] El Laetrile (también conocido como vitamina B-17 o
amigdalina), es un derivado de pepitas de albaricoque promocionado como
tratamiento contra el cáncer. El Instituto Nacional contra el Cáncer ha
determinado que el laetrile no es efectivo contra el cáncer y las autoridades
oficiales advierten que este producto puede llegar a ser incluso
"extremadamente peligroso" para los pacientes. Esto se debe no sólo a que no es una terapia
indicada para esta enfermedad, sino también porque esta sustancia, cuando es
digerida, produce hidrógeno cianídrico, que puede ser venenoso para el
organismo.
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